LA DEPRESIÓN AFECTA A LOS PACIENTES QUE HAN SUFRIDO INFARTO CEREBRAL

Casi uno de cada tres pacientes que han sufrido un infarto cerebral padece una depresión que no se alivia con el paso del tiempo, y cuya gravedad está relacionada con el área del cerebro que resultó lesionada.

A esta conclusión han llegado dos estudios presentados esta semana en la Vigésimo quinta conferencia internacional de la Asociación Estadounidense de Infarto, en Nueva Orleáns, Louisiana.

Los investigadores del Centro Médico de la Universidad de Kansas determinaron que aproximadamente un tercio de los pacientes que han tenido infartos sufre alguna forma de depresión, y que ésta no se ha resuelto pasados seis meses del incidente.

Los pacientes que ya no pueden llevar a cabo las actividades cotidianas, como alimentarse, vestirse o higienizarse, mostraron 2,5 más probabilidades de estar deprimidos después del infarto que los pacientes capaces de cumplir con esas actividades. Los pacientes mostraron una mayor depresión si se había deteriorado su capacidad para moverse.

Sue Min-Lai, neuróloga del Centro Médico en Kansas City dijo que los pacientes que podían prepararse sus comidas tenían menos probabilidades de sufrir depresión que los imposibilitados de prepararlas, y que sólo la mitad de los pacientes mostraba depresión como resultado de la medicación diaria. De todos modos ambos grupos mostraron algún grado de depresión, y quienes tenían que tomar medicamentos a diario tenían 20 por ciento más probabilidades de estar deprimidos.

Otro estudio en la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana y el Centro Médico Roudebush de la Administración de Veteranos determinó que la gravedad de la depresión estaba vinculada con la proximidad de la lesión al polo frontal del cerebro.

Los investigadores estudiaron las tomografías computarizadas de 85 pacientes, de los cuales el 39 por ciento sufría depresión y el resto no la sufría.

Linda Williams, neuróloga de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana, dijo que los pacientes cuyas lesiones estaban dentro del 40 por ciento del polo frontal tenían una tasa de depresión del 60 por ciento; los pacientes cuyas lesiones estaban en la zona intermedia tenían una tasa de depresión del 21 por ciento, y aquellos cuyas lesiones estaban más lejos del polo frontal tenían una tasa de depresión del 33 por ciento.

 

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